Crucíferas para cosechar en invierno
Hoy, domingo, me levanto temprano, miro por la ventana y como es un día estupendo me pongo en marcha para trabajar en el huerto.
A pesar de ser domingo, el vivero está abierto hasta el mediodía así que me decido a ir a comprar unas plantitas con cepellón. Después de dudar y sacar cuentas finalmente la compra es ésta: 4 lombardas, 4 berzas, 4 coliflores, 4 brócolis y 8 romanescu.
Lo de sacar cuentas es por calcular el espacio que ocupan, por decidir qué plantas voy a quitar para hacer hueco a las nuevas y también porque hace un mes ya había plantado algunas crucíferas o brasicáceas.
Además hay que tener en cuenta algo muy importante como que estarán listas para cosechar todas a la vez por lo que no conviene poner demasiadas plantas en la misma fecha sino hacerlo escalonadamente. Afortunadamente los frutos de estas plantas se conservan durante bastante tiempo en buenas condiciones después de madurar lo cual es una verdadera ventaja cuando llega el momento de cosecharlos.
En cuanto al clima, lo que prometía ser un día soleado resultó ser muy inestable, con episodios de lluvia y sol intermitentes. Y como una vez que empiezas la labor no puedes dejarla para después, me tocó calarme entera aunque lo soporté bastante bien porque hacía una temperatura agradable.
Bueno, ¡manos a la obra! Lo primero que toca es decidir qué quito: tomates, pimientos, calabacines…
Todos están en sus últimos días de productividad pero aún siguen dando frutos a cuentagotas. Los últimos frutos tardan mucho en madurar porque las temperaturas no son lo suficientemente cálidas.
Muchos tomatitos cherry caen de las plantas y me sirven de abono para la tierra.
Decido quitar plantas de tomates cherry porque tengo muchas y se han desmadrado bastante.
Así que lo primero es retirar las plantas, coger los cherrys que se puedan aprovechar y los que caigan al suelo por estar muy maduros o los rotos se quedarán en la tierra como abono.
Como necesito nutrir un poco la tierra antes de volver a cultivarla, decido añadir tierra nueva, una tierra que no se ha usado anteriormente para cultivo por lo que se supone que mantiene toda su riqueza.
Con el rastrillo distribuyo la tierra nueva que añado y filtro los terrones de tierra más grandes.
La tierra está ya casi lista esperando las nuevas plantitas que plantaré.
Después de añadir la tierra, la arreglo un poco con la pala, la azada y el rastrillo mientras está lloviznando. Por suerte cuento con la ayuda inestimable que me dan las lombrices para airear, ahuecar y nutrir la tierra. Una tierra que tiene lombrices es una tierra saludable y rica en nutrientes.
Las lombrices son una excelente aliada de la tierra ya que ayudan a ahuecarla, airearla y nutrirla.
Organizo la distribución de los plantines apoyándolos en el sitio definitivo donde los plantaré a unos 50 cm de distancia, aproximadamente, uno de otro ya que estas plantas cuando crecen ocupan bastante espacio. Es mejor hacerlo así, distribuirlos antes de plantarlos porque así nos damos cuenta de cuánto sitio ocuparán o si es necesario reorganizarlos y nos evitamos tener que desenterrar alguna planta para reubicarla nuevamente.
Las plantitas ya están distribuidas, plantadas y regándose naturalmente con el agua de la lluvia.
Una vez conforme con la ubicación de cada una de las plantas, las planto y por último las riego para que su cepellón se funda con el resto de la tierra del huerto. Hoy como me pilló la lluvia en la última etapa del proceso, no tuve necesidad de regarlas.
A causa del mal tiempo no pude trabajar bien la tierra y romper los terrones grandes aunque por contrapartida un día nublado es ideal para transplantar haciendo que la adaptación de la planta a su nuevo sitio sea menos agresiva ya que el sol puede ser muy hostil con una plantita joven recién transplantada.
Y ahora a cuidarlas y esperar hasta el mes de enero que estarán en su momento de recolección.
No nos olvidemos que el miércoles 15 es luna menguante y es el momento idóneo para sembrar ajos, espinacas y patatas.
Una de las crucíferas o brasicáceas recién plantada.