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La vergüenza que emerge de las aguas

Hace unos días publicaba en las redes sociales unas fotografías tomadas del desbordamiento e inundación del río Ebro a su paso por Logroño. Hoy las aguas ya han descendido y han continuado su viaje hacia el Mediterráneo.
 El Ebro se sale de su cauce e invade el parque.
A pesar de la lluvia, muchas personas se acercaron a observar la crecida.
El acceso a la pasarela peatonal también se encontraba anegado.
Un banco del parque alcanzado por las aguas del río.
Sólo asomaba menos de la mitad de la altura de las columnas del ‘Puente de Hierro’.
Los patos felices, más agua para nadar.
El Ebro se engulló el carril bici.
El ‘Puente de Piedra’ se llenó de espectadores curiosos.
 Multitud de personas observaron y fotografiaron la insólita crecida del río Ebro.
Debido a este hecho, llevaba unos días sintiendo curiosidad por ver cómo había afectado el crecimiento del río Ebro al río Iregua, un afluente del mismo, que nace y desemboca en la Comunidad de La Rioja y que cuenta en sus orillas con un parque muy inspirador para aquellas personas que disfrutan del aire libre dando un paseo en contacto con la naturaleza.
Un domingo por la mañana, con un sol alentador para dar un paseo por la ribera del Iregua, me preparo con cámara de fotos en mano, calzado cómodo y dispuesta a aprovechar al máximo después de tantos días de lluvia, nieve y nubarrones grises.
 

 

Una pareja caminando por el parque del Río Iregua.
Pasarela peatonal que comunica el parque con el barrio de Varea.

 

Típicas piedras de río erosionadas por la acción del agua.

 

Puente sobre el río Iregua por donde pasa la Nacional 232.

 

 Puente de madera peatonal.

 

Vista del río Iregua desde uno de los tantos senderos peatonales.

 

Pequeño salto que suele sufrir cambios importantes

conforme al caudal de agua que lleve.

Imaginaba
que iba a encontrar zonas anegadas, suciedad propia de una crecida,
ramas caídas, etc. pero no contaba con la escena que hallé
: bolsas
de plástico, compresas y elementos varios no biodegradables colgados de
las ramas de los árboles de un bosque desencantado.
Aunque quiero que puedas contemplarlo en las siguientes fotografías, como dijo mi amiga Marta:  
«No hay fotografía que pueda plasmar 
cómo te sientes al verlo personalmente.»
Aquí os dejo este reportaje fotográfico esperando
que este pequeño aporte nos haga tomar conciencia para intentar reducir
o quitar definitivamente las bolsas de plástico de nuestra vida cotidiana porque
si una bolsa está en un río, lo más probable es que acabe en el mar.
Y aquí comienza el caos …
Bolsas de plástico y otros materiales no biodegradables 
que cuelgan de
las ramas de los árboles de
un bosque que parece sacado de una escena
de una película de ciencia ficción.Basuras que no vemos habitualmente, 
que se hallan ocultas debajo de la superficie del agua,
hasta que la naturaleza nos la pone al descubierto
y nos la exhibe así, crudamente, sin contemplaciones.
 

 

 

 

 

 

 

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